Desde los 12 años, Adam se siente atormentado por voces y alucinaciones. Pero recién después de un grave incidente los médicos le diagnosticaron esquizofrenia. Ahora, Adam tiene 16 años y - con el apoyo de su madre y el esposo de ella, Paul- comienza un tratamiento clínico con una droga experimental. Las alucinaciones todavía lo acompañan, pero él puede delinear lo que es real y lo que no, y eso hace la diferencia. De repente, todo parece posible, incluso el amor, la amistad.
Hasta que el tratamiento empieza a fallar...
***Hasta que el tratamiento empieza a fallar...
Les digo la verdad, entré al libro sin ninguna expectativa y me encantó. Todo el libro está narrado desde la perspectiva de Adam, que por no querer hablar en sus sesiones semanales, escribe en un diario todo lo que pasa por su cabeza. Desde el primero momento me cayó bien lo honesto que era al respecto de su enfermedad y como llevaba la vida cargando con ella.
Por momentos tengo que admitir que la gente que lo rodeaba me enojaba un poco, porque tanto sus padres como sus viejos amigos dejaban ver el miedo que le tenían y eso me hacia sentir muy mal por Adam, quien remarca que no le haría daño a nadie, pero que algunas cosas no se pueden evitar. En el medio hay muchos cambios y sus nuevos amigos lo ayudan mucho.
Adam nunca baja los brazos, incluso cuando el medicamento parece no funcionar y sus visiones le hablan y hablan cada vez mas, mostrándole que no van a irse.
Y una de mis partes favoritas es esta (Adam escribiéndole a su doctor): "Apuesto a que puedes entrar en un Starbucks y ordenar una bebida sin preguntarte si la música que suena en los parlantes la escuchan todos o solo tú. Pero supongo que debería estar orgulloso de mí mismo porque no dejo de ir a lugares o de hacer cosas por el simple hecho de que no esté seguro de si lo que ocurre es real o no. Si es real, estoy viviendo la vida y respondiendo al mundo de la única forma que puedo hacerlo. Si nada de esto es real, también estoy viviendo la vida porque, de todas maneras, para mí si es real."
Por momentos tengo que admitir que la gente que lo rodeaba me enojaba un poco, porque tanto sus padres como sus viejos amigos dejaban ver el miedo que le tenían y eso me hacia sentir muy mal por Adam, quien remarca que no le haría daño a nadie, pero que algunas cosas no se pueden evitar. En el medio hay muchos cambios y sus nuevos amigos lo ayudan mucho.
Adam nunca baja los brazos, incluso cuando el medicamento parece no funcionar y sus visiones le hablan y hablan cada vez mas, mostrándole que no van a irse.
Y una de mis partes favoritas es esta (Adam escribiéndole a su doctor): "Apuesto a que puedes entrar en un Starbucks y ordenar una bebida sin preguntarte si la música que suena en los parlantes la escuchan todos o solo tú. Pero supongo que debería estar orgulloso de mí mismo porque no dejo de ir a lugares o de hacer cosas por el simple hecho de que no esté seguro de si lo que ocurre es real o no. Si es real, estoy viviendo la vida y respondiendo al mundo de la única forma que puedo hacerlo. Si nada de esto es real, también estoy viviendo la vida porque, de todas maneras, para mí si es real."
¡Muchas gracias a #Numeral por el ejemplar!
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¡Muchas gracias por leer!
Sofía
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